La meditación no tiene género. Pero las personas que meditan sí lo tienen. Nuestro cuerpo-mente está condicionado por sus experiencias vitales con una subjetivación de género determinada y esto va a estar presente en el contenido que aparezca en nuestra mente y en nuestro proceso de crecimiento.
Meditar con perspectiva de género es tener en cuenta esta subjetivación diferencial y también tener en cuenta el cuerpo-mente concreto que medita, con sus particularidades.
En el caso de las mujeres, en nuestra meditación quizás conectemos con heridas específicas que provienen de nuestra situación de opresión en una sociedad machista. Es necesario reconocer este tipo de heridas y saber cuidarlas. Por eso en el Curso de Meditación y Empoderamiento Femenino integramos la sabiduría de la atención plena con una perspectiva feminista.